Las magníficas y oníricas aventuras de Bub y Bob siempre me ponen tontuco. Para su segunda parte (o casi, en el post lo explico) dejaron de lado las burbujas de resaca güiskeril para seguir flipando en colores cual fumetas, utilizando arcoíris de hippie ciego de LSD para masacrar enemigos dignos de una alucinación marihuanera...
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